Inteligencia y Agilidad Emocional en el Liderazgo
La inteligencia emocional (IE) se ha convertido en un pilar fundamental del liderazgo efectivo. Autores como Daniel Goleman, Peter Salovey y John Mayer establecieron las bases teóricas sobre su importancia. En el contexto actual, resulta vital ampliar esta perspectiva con el concepto de agilidad emocional, introducido por Susan David, que ofrece una mirada renovada sobre cómo manejamos nuestras emociones en un entorno dinámico y cambiante.
Inteligencia Emocional: Una Visión Integrada
Daniel Goleman en su libro "Emotional Intelligence" (1995) destaca que las habilidades emocionales, como la autoconciencia y la empatía, son cruciales para el éxito profesional. Salovey y Mayer, por su parte, dividen la IE en componentes como la percepción y la gestión emocional, que facilitan las interacciones sociales y el pensamiento crítico.
Los expertos de Hogan Assessments añaden valor a estas teorías con su modelo de seis dimensiones de IE (EQ en inglés): conciencia, regulación, expresión, detección, influencia y empatía. Este enfoque permite una evaluación más detallada y aplicable al entorno laboral, donde la capacidad de gestionar las emociones no sólo afecta el rendimiento individual, sino también la dinámica del equipo.
Las dimensiones medidas son:
- Conciencia: Entender nuestras propias emociones y cómo influyen en nuestro comportamiento.
- Regulación: Manejar nuestras emociones de manera efectiva, incluso bajo presión.
- Expresión: Comunicar nuestras emociones de manera clara y constructiva.
- Detección: Reconocer y comprender las emociones de los demás, fundamental para la empatía y las relaciones interpersonales.
- Influencia: Utilizar nuestra comprensión emocional para motivar e inspirar a otros.
- Empatía: Ponerse en el lugar de los demás y responder de manera sensible a sus emociones.
Agilidad Emocional: Adaptación y Resiliencia
Susan David, en su libro "Emotional Agility" (2016), introduce el concepto de agilidad emocional, que complementa y expande la visión tradicional de la IE. La agilidad emocional se refiere a la capacidad de navegar por las emociones de manera flexible, permitiéndonos adaptarnos rápidamente a los cambios y mantener la claridad y el enfoque en situaciones difíciles.
David argumenta que no basta con ser conscientes y reguladores de nuestras emociones, debemos aprender a desapegarnos de pensamientos y sentimientos que no nos sirven y avanzar hacia acciones alineadas con nuestros valores. Esta habilidad es crucial para los líderes que deben tomar decisiones bajo incertidumbre y gestionar equipos en contextos de constante cambio.
Aplicación en el Liderazgo
Un líder que integra la inteligencia emocional con la agilidad emocional es capaz de:
- Tomar decisiones más rápidas y efectivas en entornos complejos.
- Mantener la resiliencia frente a los desafíos, sin quedar atrapado en emociones negativas.
- Fomentar un ambiente de trabajo adaptable, donde los colaboradores se sienten escuchados y valorados.
Por ejemplo, cuando se combinan las dimensiones de conciencia y regulación emocional de Hogan con el concepto de agilidad emocional de Susan David, permiten a los líderes reconocer sus propias emociones en tiempo real y ajustarlas para que no interfieran con la toma de decisiones. Esto es esencial en entornos de alta presión, donde la capacidad de mantener el enfoque es crítica.
La integración de la inteligencia emocional con la agilidad emocional proporciona a los líderes una ventaja competitiva en el entorno empresarial moderno. No sólo les permite gestionar sus emociones y las de los demás con eficacia, sino que también les da la flexibilidad para adaptarse y prosperar en tiempos de cambio.
Desarrollar estas competencias puede marcar una diferencia significativa en cómo lideramos y nos relacionamos con nuestros equipos y organizaciones.
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Un abrazo,
María José
